Sorprende lo ágil que resulta todo, sorprende su espectacularidad, que apabulla desde el comienzo, sorprende ver a Vin Diesel y Dwayne “The Rock” Johnson dándose mandobles monumentales en un duelo de estrellas musculosas épico y en el que el héroe (Diesel) es la mitad de grande que su perseguidor (Johnson), sorprende el juego que da siempre una ciudad como Rio de Janeiro como escenario cinematográfico, y sorprende cómo la destrozan sin piedad en la última escena que es simplemente gloriosa.
Está claro que a otros niveles la película no deja de tirar de topicazos, desde la trama, hasta determinados recursos policiales sacados de la manga (CSI ha hecho mucho daño con el software milagroso) o la aparición y desaparición de ciertos personajes (caso de Vince, interpretado por Matt Schulze en su regreso a la saga). A pesar de cambiar de país, idioma y nivel adquisitivo del macarra medio, la peli no evita su ya clásica escena de bugas y furcias, que como bien dice Vin Diesel “es como estar en casa”, y obviamente cada nuevo personaje es o un malote de 100 kilos (Johnson y sus hombres), o una jamona de 50 (nuestra elsa Pataki) o una estrella de la música furciera como los reggaetoneros Tego Calderón y Don Omar (bastante cómicos, por cierto, tirando de estereotipo racial).
Desde luego, si uno va a analizar la peli con el sensor macarrofóbico activo puede sufrir un colapso en la sala, pero si se va a verla sabiendo que será la fiesta del desfase total, con su sobredosis de testosterona, con los chistes malos y con las escenas más logradas... Lo pasará en grande.
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