Otra de videntes...

Esta es la transcripción de un fragmento de vídeo visto este miércoles en el Inter­medio (vídeo 2, minuto 20’30”). En ella, una mujer (presumiblemente anciana) llama al programa nocturno del vidente Sandro Rey de La Sexta, para preguntar por la salud de su nieta. Se produce entonces la siguiente conversación:

—Hola, buenas noches.
—Hola buenas noches.
—¿En qué le puedo ayudar señora?
—Pues quería saber por la salud de una nieta.
—La salud de su nieta… hombre, aquí lo que más salen son alergias e insuficiencias respiratorias. ¿Cómo se llama usted?
—Yo soy Leo.
—Pues lo que veo más es cansancio físico o psíquico, o sea, “farta” de oxí­geno, alguna alergia, algún problema en las vías respiratorias, las fosas na­sales, faringe, bronquitis… eso es lo que yo le veo a esta nena. Pero no le veo nada malo, es pasajero, o sea…
—No, no, no… la niña no tiene eso eh, nada de eso.
—Bueno, eso es lo que yo estoy viendo.
—No, no, no, no.
—¿Qué tiene la niña?
—La niña tiene una enfermedad que le llaman Crohn, el Crohn. Y alergia no tiene ninguna.
—Sí… bueno, piense que… pero piense que esa enfermedad le crea una in­suficiencia respiratoria. Eso no lo digo yo, lo dicen los doctores de…
—De momento no la tiene.
—Bueno, esa enfermedad, normalmente, los doctores de este país lo saben, crea a medida que va pasando el tiempo una insuficiencia respiratoria y las defensas al estar muy débiles tam bién crean alergias, alergias in­ter nas-externas, o sea… Esa es la enfermedad que usted dice que tiene esa nena. Pues muy bien, pero deriva, deriva… o sea, lo que yo digo estoy diciendo es deriva. Y ella, aun que ahora no lo tenga no quiere decir que no lo vaya a tener pero yo, a la nena, lo que sí le recomiendo es que la pongáis en manos de un buen homeópata.



Es decir, que el tipo le diagnostica a la nena alergia, insuficiencias respiratorias, cansancio físico, cansancio psíquico, falta de oxígeno, problemas en las fosas na sa­les, la faringe, bronquitis… todo ello pasajero. Y cuando la nena resulta tener una enfermedad crónica intestinal este señor insiste en que ha acertado ¡y le recomien­da acudir al homeópata! Desde luego, el que no se consuela es por que no quiere. Por no hablar de su total desconocimiento de la enfermedad de Crohn o las alergias (más le valdría tener un buen acceso a Google y dejar de darle vueltas a la dichosa bolita). Quizás su único acierto (pura poesía) haya sido afiliarse tan oportunamente con esos timadores reconocidos. Habría que incluir una advertencia de este tipo en los medicamentos homeopáticos:



Es de chiste y tendría muchísima gracia si no fuese tan real. Hay gente, especial­mente la más vulnerable, que confía verdaderamente en estos estafadores. Y lo malo no es que necesiten una palabra de consuelo y alguien se la proporcione. Su­pongo que al guien que llama a un programa así tiene una pregunta que no sale de su cabeza y sólo desea darle solución de forma positiva (si recibiese una mala noticia, la preocupación no se disiparía y eso lo saben bien los
videntes
timadores). Lo malo es cuando este consuelo pretende sustituir al consejo oportuno de un experto, su­plantar al médico, cuando se atreve a dar diagnósticos y a sugerir tratamientos. Entonces pone en verdadero riesgo la salud de quien confía en él, a veces más que en su propio médico.

¿No se podrían prohibir este tipo de conductas? ¿denunciar al estafador por negligente en casos parecidos? Sería tan sencillo como obligarles a dar una respuesta es­tándar cuando se trate de temas médicos. Podría incluso estar grabada, una voz en off que resonaría en el plató automáticamente ante la llamada oportuna: “Las auto­ridades sanitarias advierten que este intrigante no está autorizado a estafarle en temas relacionados con su salud. Si busca consejo, hable con su médico”. A fin de cuentas, no creo que las cajetillas de tabaco sean mucho más perjudiciales que estos señores.

¿Por qué siguen llamando?
Por desgracia, nuestras televisiones están plagadas de adivinos, videntes y otros rellena-espacios televisivos. Desde aquí te invito a que te sientes siempre a la misma hora delante del televisor a ver cómo se repiten una serie protocolos con los que el público cae en la trampa. El adivino no adivina (esto es más que evidente), sino que va preguntando al espectador para sacarle información. En base a esa información el adivino va tanteando para procurar «acertar», porque se trata de eso, de jugar con la suerte sin que se note.

Y es una vergüenza, porque las personas que llaman son personas con problemas, que necesitan un hombro donde llorar, alguien que las escuche. La pregunta es, ¿por qué hay gente que sigue llamando? Llaman por simple terapia y los rellena-espacios televisivos juegan con sus sentimientos de manera insensible. Cualquier persona con cierta cordura, con cierto nivel cultural e intelectual comprende con rapidez que estos espacios son un juego desleal y mezquino.

Aquí una muestra de un vendedor de humo que «no da una», como suele decirse.



(Vía http://www.cienciaxxi.com/)

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