La última cena según James Reynolds

 La idea se le ocurrió por casualidad, cuando estaba leyendo un libro sobre la alimentación y tropezó con una lista de lo que algunos prisioneros estadounidenses en el corredor de la muerte habían elegido para su última cena. Empezó a investigar, consiguió más documentos, más presos y más comidas y decidió reproducirlas en un estudio fotográfico alquilado. Nada de Photoshop, nada de “maquillaje” a la comida, una bandeja comprada por internet.La idea se le ocurrió por casualidad, cuando estaba leyendo un libro sobre la alimentación y tropezó con una lista de lo que algunos prisioneros estadounidenses en el corredor de la muerte habían elegido para su última cena. Empezó a investigar, consiguió más documentos, más presos y más comidas y decidió reproducirlas en un estudio fotográfico alquilado. Nada de Photoshop, nada de “maquillaje” a la comida, una bandeja comprada por internet.

James Reynols es un joven diseñador gráfico londinense autor del proyecto fotográfico Last Suppers, en el que retrae las “últimas cenas” de algunos prisioneros estadounidenses antes de ser ejecutados. Un último deseo, sobre una bandeja naranja. (Pincha aquí para ver el resto de cenas)


Aunque se trate de una reconstrucción en estudio, estos disparos de James Reynolds consiguen ser aterradores y curiosos a la vez: hay quien elige un desayuno a base de donut y café con leche, quien una montaña de muslos de pollo fritos, quien un solo cracker y seis Coca-Colas, quien un helado de cucurucho, quien una hamburguesa, un café y seis huevos.



“Elegí el tema de cada foto pensando en cuál habría podido parecer más interesante o llamativo” explica James. “Muchos de los prisioneros eligen la comida rápida: McDonalds, pizza, patatas fritas. Personalmente mi imagen favorita es la de una sola aceituna con hueso. No sólo porque parece rara sobre la bandeja, sino por el motivo por el que este prisionero la eligió. Pensó que si se comía la aceituna, una vez que estuviera bajo tierra, un olivo, símbolo de paz, habría crecido desde su pecho. Ningún olivo hasta ahora ha sido encontrado sobre su tumba”.

“No estoy seguro de lo que quiero que el espectador piense viendo estas fotografías. Al inicio sólo estaba interesado qué aspecto tendrían estas “últimas cenas” en mis fotos, pero luego empecé a pensar en más cosas y muchas otras emociones salieron a la superficie” cuenta James.

“¿Quiénes eran las personas que eligió cada una de esas comidas? ¿Qué crimen cometieron? Si me gusta la misma comida que le gusta a ellos, esto hace de mí un criminal? ¿Qué habría elegido yo? ¿Sus decisiones reflejan lo que sentían en ese momento o les recuerdan tiempos más felices? Hay tantas preguntas que creo que ninguno de nosotros podría contestar”.

Dice James que de esta experiencia también le ha llevado a entender algo de estos prisioneros, a veces a entender el por qué hicieron lo que hicieron, sus crímenes y cómo tiene que ser estar en una prisión. “También pensé en lo que habría elegido yo en la misma situación, pero no conseguí hacerlo. Espero no tener que elegir nunca algo así”.

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