Resfriados y gripe: por qué es más importante lavarse las manos que evitar el frío como manda la tradición

Llegó la época, y me tocó tener un par de charletas con las amigas sobre este tema recurrente: «cuidado con no coger frío que luego vienen los resfriados y la gripe». ¿Se puede defender que el frío no sea realmente el «reponsable» de estas enfermedades, pese a que la sabiduría popular recomiende evitar corrientes de aire y abrigarse mucho en los días fríos o lluviosos? Pues ahí va la información:


Los catarros o resfriados y la gripe son enfermedades infecciosas virales y se transmiten de unas personas a otras. Así que la ciencia médica dice que si vives aislado en tu «cueva» no sufrirás la gripe, ni tampoco si vives en el pueblo más frío de Siberia y te dejes la ventana abierta – siempre que no haya nadie más a tu alrededor. De hecho, los investigadores que viven largas épocas en la Antártida a 20, 30 y 40 grados bajo cero, no sufren resfriados ni gripe, a menos que llegue algún visitante enfermo y les contagie.


La referencia definitiva está en este artículo de Pedro Gómez-Esteban en El Tamiz, publicado hace ya tres años: ¿Por qué se producen más catarros y gripes durante el invierno? Para la explicación corta, véase este párrafo Wikipédico (al que imagino debe haber costado bastante superar el «filtro social»):
Un histórico mito, todavía común hoy en día, afirma que se puede contraer un resfriado por una exposición prolongada al tiempo frío, ya sea refiriéndose a la lluvia o al invierno. Aunque los resfriados comunes son estacionales, con más casos en invierno, la investigación no ha podido dar evidencias de que una exposición corta al frío incremente la susceptibilidad a la infección.
En el artículo completo de Pedro, que comenzó como un intento de «desmontar el mito» se apunta a diferentes posibles relaciones entre «épocas frías» y «más contagios», por ejemplo que en las épocas más frías y húmedas las personas tendemos a estar más juntas y en lugares cerrados durante más tiempo (el llamado efecto apelotonamiento).

En cualquier caso, el artículo también apunta a algunos estudios científicos más recientes en los que ciertos datos parecen indicar que a temperaturas más bajas los virus del resfriado y la gripe parecen sobrevivir más tiempo en el ambiente, lo cual podría aumentar ligeramente la probabilidad de una infección.

Con todos estados datos, lo que concluye el artículo es que el frío no es el «responsable» como tal de la enfermedad –que es el planteamiento inicial del asunto–  y que por otro lado, a pesar de que pueda hacer variar ligeramente la probabilidad de contagiarse, es más importante minimizar la exposición a los virus que abrigarse. Yendo a lo práctico: como a través del aire y el contacto humano es frecuente el contagio, lo que más ayuda a evitar estas enfermedades es lavarse las manos (pero mejor no hacerlo en lugares públicos), no frotarse los ojos, evitar por unos días los besos y, también –muy importante–, no «tocar» comida que pueda haber sido «rociada» con esos virus (tos, estornudos… ejem).

Si se siguen esos consejos aún así se puede sufrir un contagio (especialmente si se tienen niños en edad escolar) pero se disminuye mucho la probabilidad de contagio; claramente mucho más que poniéndose calzoncillos largos, bufanda y abrigo de doble capa.

(Vía microsiervos.com)

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