Muy pocos creían en la remontada, tal vez ni en el propio Betis confiaban, pero el inicio de partido hizo que la esperanza de dar una de la campanadas más sonoras en el fútbol mundial de los últimos años recorriera todos los rincones del Benito Villamarín. Jorge Molina, en siete minutos, le había marcado dos goles al Barcelona, tan tempraneros como inesperados.
El primero llegó con un remate de cabeza tras el saque de una falta botado por Salva Sevilla en el segundo minuto del partido, y lo que parecía un despiste de los culés sin mayores consecuencias, se tornó en algo más serio cinco minutos después. El segundo tanto lo logró Molina al batir por bajo a Pinto tras un gran pase de Ezequiel. En ese momento, algo que se había calificado de inviable a lo largo de toda la semana, desde que finalizó el 5-0 de la ida en el Camp Nou, como era una heroicidad bética, se tornó en más cercano, más posible. En la cabeza de todos se repetía una frase, aunque con diferentes connotaciones: “¿Y si hay remontada?”
Esta situación se derivó de dos factores: la falta de intensidad del Barcelona, que salió al campo muy despreocupado del partido, y el entusiasmo del Betis, que no sintió sobre sus hombros el resultado de la ida. El dinamismo verdiblanco, la velocidad al jugar el balón, la fuerte presión sobre el rival,… Pepe Mel convenció a sus jugadores de que tenían que luchar por el partido, aunque el pase a semifinales fuera una utopía, y gracias a eso, durante media hora, la eliminatoria estuvo viva. Hasta que apareció Messi.
La ilusión bética se vino abajo tras una galopada del reciente Balón de Oro, en la que enseñó a Isidoro que al máximo nivel, ante jugadores como Messi, cualquier mínima concesión o despiste te cuesta un gol. El argentino mató la eliminatoria a la vez que superaba por debajo de las piernas a Casto y alojaba el balón en el fondo de la portería. Por esta tipo de cosas, porque siempre quiere jugar, es decisivo, y no sabe de partidos fáciles o compromisos, Guardiola no duda en contar con Messi como titular siempre que puede.
El Betis tomó una última bocanada de aire antes del descanso con el tanto de Arzu, quien aprovechó un error de Milito con un despeje dentro del área para subir el tercer gol local al marcador. Con el 3-1 se llegó al descanso, pero en el ambiente ya corría la sensación de que “bastante se había hecho” contra el todopoderoso Barcelona. Esa autocomplacencia se notó a lo largo de la segunda mitad, en la que los verdiblancos no llevaron el protagonismo del duelo.
Guardiola espabiló a sus chicos en el vestuario, y éstos mostraron una mejor imagen tras el intermedio. No fue el Barça excelso ni de lejos, pero sí controló el partido. Incluso pudo acortar distancias con un penalti que desperdició Messi. Este error volvió a dar impulso a los de Mel, que volvieron a visitar a Pinto con asiduidad. Un disparo al palo de Nacho hizo suspirar a culés y verdiblancos, pero a partir de ahí tuvieron claro que ya no había más historia, que se echaba el cierre a la eliminatoria.
El Betis, pese al global de 6-3 con el que se despide de la Copa, puede estar muy orgulloso por ser el equipo que ha puesto en más dificultades al Barcelona, tal vez el único que le haya plantado cara de igual a igual, a partir de querer tener la pelota. Y los azulgranas, y el resto de sus rivales en la Liga y en Europa, deben aprender la lección: no son invencibles… aunque a veces lo parezca.
Los menos habituales del Barcelona han perdido una buena oportunidad para hacerse un hueco en el once titular que lleva maravillando dos temporadas. Ni suplentes, ni casi descartados ni nuevos fichajes dieron sensación de poderle discutir la titularidad a los Busquets, Puyol o Villa.
Pinto: todo lo que paró el sevillano en el partido de ida en el Camp Nou lo erró en la vuelta. El primero es más culpa de la defensa que deja rematar a Jorge Molina a bocajarro. El segundo es un mano a mano dónde gana el delantero y en el tercero, el arquero sale a por uvas y no se pone de acuerdo con Milito. No tuvo su noche.
Milito: decidió quedarse cuando estaba a punto de firmar por el Málaga, pero el argentino se nota que acusa la falta de minutos esta temporada. No tuvo ritmo en ningún momento ni se compenetró con Piqué. Y para rematarlo no se puso de acuerdo con Pinto en el tercer gol que encajaron. Gaby tiene que coger tirmo.
Adriano: dura papeleta tuvo el brasileño por su banda. Si ya tenía complicado hacer olvidar a Dani Alves, peor se lo pusieron los atacantes béticos, que decidieron combinar muchas de las jugadas por la parte derecha de la zaga culé. Incluso debió acabar expulsado por doble amarilla.
Mascherano: el “Jefecito” tiene una sombra muy alargada, la de Sergio Busquets. A pesar de ser una petición expresa de Guardiola, el argentino apenas sale en los minutos en que los partidos están decididos. No supo frenar la embestida inicial de los locales desde su posición. Mejor en la segunda parte, con el Betis más cansado.
Keita: el de Mali, que ha visto mermada su participación esta temporada, cumplió sin más ante los béticos. Pero no hizo los méritos suficientes para que Guardiola se plantee optar por él en partidos de los importantes. Siempre será una opción para encuentros de gran despliegue físico.
Afellay: se diluyó como le pasó a todo el equipo en el Benito Villamarín. Al holandés ya le va a costar hacerse al rápido juego de este equipo, y el partido contra el Betis no era el mejor escaparate. El ex del PSV demostró la velocidad que posee pero quizás se le pueda criticar que no levanta la cabeza en exceso para ver a sus compañeros.
Bojan: una oportunidad más y, otra vez, desaprovechada. No hay que culpar del poco bagaje ofensivo al canterano pero la verdad es que apenas disparó una vez a puerta. Mala noche para el “9” porque los culés no dispusieron de tanto balón ni de tantas ocasiones como suele ser habitual en ellos.
El primero llegó con un remate de cabeza tras el saque de una falta botado por Salva Sevilla en el segundo minuto del partido, y lo que parecía un despiste de los culés sin mayores consecuencias, se tornó en algo más serio cinco minutos después. El segundo tanto lo logró Molina al batir por bajo a Pinto tras un gran pase de Ezequiel. En ese momento, algo que se había calificado de inviable a lo largo de toda la semana, desde que finalizó el 5-0 de la ida en el Camp Nou, como era una heroicidad bética, se tornó en más cercano, más posible. En la cabeza de todos se repetía una frase, aunque con diferentes connotaciones: “¿Y si hay remontada?”
Esta situación se derivó de dos factores: la falta de intensidad del Barcelona, que salió al campo muy despreocupado del partido, y el entusiasmo del Betis, que no sintió sobre sus hombros el resultado de la ida. El dinamismo verdiblanco, la velocidad al jugar el balón, la fuerte presión sobre el rival,… Pepe Mel convenció a sus jugadores de que tenían que luchar por el partido, aunque el pase a semifinales fuera una utopía, y gracias a eso, durante media hora, la eliminatoria estuvo viva. Hasta que apareció Messi.
La ilusión bética se vino abajo tras una galopada del reciente Balón de Oro, en la que enseñó a Isidoro que al máximo nivel, ante jugadores como Messi, cualquier mínima concesión o despiste te cuesta un gol. El argentino mató la eliminatoria a la vez que superaba por debajo de las piernas a Casto y alojaba el balón en el fondo de la portería. Por esta tipo de cosas, porque siempre quiere jugar, es decisivo, y no sabe de partidos fáciles o compromisos, Guardiola no duda en contar con Messi como titular siempre que puede.
El Betis tomó una última bocanada de aire antes del descanso con el tanto de Arzu, quien aprovechó un error de Milito con un despeje dentro del área para subir el tercer gol local al marcador. Con el 3-1 se llegó al descanso, pero en el ambiente ya corría la sensación de que “bastante se había hecho” contra el todopoderoso Barcelona. Esa autocomplacencia se notó a lo largo de la segunda mitad, en la que los verdiblancos no llevaron el protagonismo del duelo.
Guardiola espabiló a sus chicos en el vestuario, y éstos mostraron una mejor imagen tras el intermedio. No fue el Barça excelso ni de lejos, pero sí controló el partido. Incluso pudo acortar distancias con un penalti que desperdició Messi. Este error volvió a dar impulso a los de Mel, que volvieron a visitar a Pinto con asiduidad. Un disparo al palo de Nacho hizo suspirar a culés y verdiblancos, pero a partir de ahí tuvieron claro que ya no había más historia, que se echaba el cierre a la eliminatoria.
El Betis, pese al global de 6-3 con el que se despide de la Copa, puede estar muy orgulloso por ser el equipo que ha puesto en más dificultades al Barcelona, tal vez el único que le haya plantado cara de igual a igual, a partir de querer tener la pelota. Y los azulgranas, y el resto de sus rivales en la Liga y en Europa, deben aprender la lección: no son invencibles… aunque a veces lo parezca.
Los suplentes del Barcelona no funcionan ante el Betis
Los menos habituales del Barcelona han perdido una buena oportunidad para hacerse un hueco en el once titular que lleva maravillando dos temporadas. Ni suplentes, ni casi descartados ni nuevos fichajes dieron sensación de poderle discutir la titularidad a los Busquets, Puyol o Villa.
Pinto: todo lo que paró el sevillano en el partido de ida en el Camp Nou lo erró en la vuelta. El primero es más culpa de la defensa que deja rematar a Jorge Molina a bocajarro. El segundo es un mano a mano dónde gana el delantero y en el tercero, el arquero sale a por uvas y no se pone de acuerdo con Milito. No tuvo su noche.
Milito: decidió quedarse cuando estaba a punto de firmar por el Málaga, pero el argentino se nota que acusa la falta de minutos esta temporada. No tuvo ritmo en ningún momento ni se compenetró con Piqué. Y para rematarlo no se puso de acuerdo con Pinto en el tercer gol que encajaron. Gaby tiene que coger tirmo.
Adriano: dura papeleta tuvo el brasileño por su banda. Si ya tenía complicado hacer olvidar a Dani Alves, peor se lo pusieron los atacantes béticos, que decidieron combinar muchas de las jugadas por la parte derecha de la zaga culé. Incluso debió acabar expulsado por doble amarilla.
Mascherano: el “Jefecito” tiene una sombra muy alargada, la de Sergio Busquets. A pesar de ser una petición expresa de Guardiola, el argentino apenas sale en los minutos en que los partidos están decididos. No supo frenar la embestida inicial de los locales desde su posición. Mejor en la segunda parte, con el Betis más cansado.
Keita: el de Mali, que ha visto mermada su participación esta temporada, cumplió sin más ante los béticos. Pero no hizo los méritos suficientes para que Guardiola se plantee optar por él en partidos de los importantes. Siempre será una opción para encuentros de gran despliegue físico.
Afellay: se diluyó como le pasó a todo el equipo en el Benito Villamarín. Al holandés ya le va a costar hacerse al rápido juego de este equipo, y el partido contra el Betis no era el mejor escaparate. El ex del PSV demostró la velocidad que posee pero quizás se le pueda criticar que no levanta la cabeza en exceso para ver a sus compañeros.
Bojan: una oportunidad más y, otra vez, desaprovechada. No hay que culpar del poco bagaje ofensivo al canterano pero la verdad es que apenas disparó una vez a puerta. Mala noche para el “9” porque los culés no dispusieron de tanto balón ni de tantas ocasiones como suele ser habitual en ellos.
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